Viernes fui a Chinchón con un grupo de estudiantes de mi escuela. Chinchón es un pueblo pequeño en el sur de la comunidad de Madrid. Dado que es muy pequeño, no es bien conocido fuera de Madrid. La gente que sí lo conoce siempre habla de su belleza.
La parte central de Chinchón, como en la mayoría de los pueblos y ciudades en España, es la plaza mayor. Distinta a las bien conocidas plazas mayores de Salamanca y Madrid, su plaza mayor fue construida completamente de madera. Al borde de la plaza mayor está una fuente. Esta fuente, construida antes de la plaza, lleva agua hasta ella bajo la fuerza de gravedad y fue el motivo principal para colocar la plaza mayor donde se la colocó.

En la foto podéis ver la plaza mayor de una distancia. Hoy en día, como en el pasado, todavía hay corridas de toros que tienen lugar en la plaza mayor. Se levantan cercas y la gente ve la corrida tras las cercas o de los balcones de la plaza. Ya que la temporada de las corridas de toros ha terminado el centro se utiliza como aparcamiento para todos los restaurantes y tiendas que rodean el centro.
Otra vista impresionante de Chinchón es su iglesia. La iglesia fue fundado por los nobles en el pueblo así que fueron enterrados allí cuando murieron. En la foto podéis ver el altar principal de la iglesia, bajo la cual están enterrados los nobles que la fundaron. Más arriba (fuera de la foto) hay una pintura de Goya que se llama La Asunción. En ella aparece la virgen María rodeada de angelitos. Es una maravilla y una vista invalorable.
Lo que más cabe destacar de Chinchón es las cuevas. Bajo las casas del pueblo hay cuevas escavadas hace mucho años como sótanos. Las cuevas se usaban para guardar el vino en cada casa. Ya que podía guardar el vino en la casa en vez de tener que comprarlo cada día, toda la gente hacía, de cierta manera, su propio vino. Cada familia tenía un poco de tierra que usaba para cultivar las uvas para el vino. Le llevaba las uvas a la fábrica que hacía el vino y ella le devolvía una cantidad de vino proporcional a la cantidad de uvas que le había traído. El vino que sobraba se vendía en otros sitios como Madrid.

Lo más divertido del viaje fue una comida en un restaurante colocado en una de las cuevas. A mí me encantó más el postre. Generalmente el postre consiste en una fruta pero en los restaurantes suele haber postres de mucho trabajo.

Me divertí mucho y os aconsejo que vayáis a Chinchón si tenéis la oportunidad. Es un sitio distinto y precioso.